Desde siempre, los seres humanos hemos recurrido a la luchas
tribales y a las guerras, en su sentido más amplio y terrible, con el objetivo
de apoderarnos de los recursos de otros seres humanos. Quizá es aún más
terrorífico y depravante para nuestra especie el uso de otros seres humanos
para conseguir los recursos anhelados. Este fue un paso más en la codicia por
poseer más de lo que necesitamos. Cuando hablamos de esclavitud tenemos la idea
de que este aspecto reprobable de nuestra conducta es cosa del pasado, de
civilizaciones perdidas y de algunas mucho más recientes que nos vienen
enseguida a la memoria. Sabemos que no es así.
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