En marzo de 1781 el oscense Félix de Azara subió a un buque
portugués y partió desde Lisboa rumbo a Paraguay. El lugarteniente, natural de
Barbuñales, había recibido el encargo de viajar a Paraguay y Brasil como
comisionario para delimitar las fronteras que se estaban disputando España y
Portugal en Sudamérica. Aquel viaje, que iba a durar unos meses, se alargó a 20
años de soledad y aburrimiento en los que vivió rodeado de pájaros que nunca
antes había visto.
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