El pasado 20 de diciembre se publicó en este mismo blog el
estudio del contenido del sarro de los dientes de la mandíbula ATE9-1 (Homo
sp.) del yacimiento de la cueva Sima del Elefante de la sierra de Atapuerca,
conservado durante 1.200.000 años. Ese estudio reveló la presencia de restos de
ciertos alimentos, que rara vez pueden detectarse en el registro arqueológico.
La ingesta de vegetales o de insectos por nuestros ancestros es sencillo de
imaginar, pero muy difícil de probar con datos.
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